martes, 28 de septiembre de 2010

Que grande es la luz de ese hombre tan pequeño.


La memoria se despierta en la plenitud harapienta de los olvidos.
Memoria del ser, olvido de la nada: he aquí una verdad flotante, discutible y novelesca.
A menos que sea al revés, y si es al revés, ¿no deberíamos revisarlo todo, poner en harapos de juicio a la memoria e invertir al olvido con plenos poderes, los poderes del ser, mientras a la memoria le tocan las potestades naufragantes de la nada?
David Huerta.

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