La memoria se despierta en la plenitud harapienta de los olvidos.
Memoria del ser, olvido de la nada: he aquí una verdad flotante, discutible y novelesca.
A menos que sea al revés, y si es al revés, ¿no deberíamos revisarlo todo, poner en harapos de juicio a la memoria e invertir al olvido con plenos poderes, los poderes del ser, mientras a la memoria le tocan las potestades naufragantes de la nada?
David Huerta.
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